La Torre del homenaje
Una torre única en su género.
El origen de Villarejo de Salvanés.
PUNTO EXTERIOR
Si para que surja una nueva población hubiera sido necesario plantar una semilla, este sería el espacio en que se habría plantado esa semilla, allá por el siglo XIII.
El lugar donde estuvo dispuesto el patio de armas del castillo es el espacio desde el que admirar la grandeza que aún conserva la que fuera la Torre del Homenaje, único elemento que se ha mantenido en pie con el paso de los siglos.
Los vestigios del entorno amurallado podemos adivinarlos analizando los cimientos de lo que fueron murallas y antemurallas, y que nos habla de diferentes fases constructivas que llevó a cabo la Orden Militar de Santiago desde que llegó a estas tierras con su nueva misión: la repoblación tras la Reconquista.
A partir de este momento vamos a jugar a imaginar, lo que fue y ya no está, lo que está y ha cambiado, lo que está y nos habla de otros tiempos, lo que ha surgido a partir de lo que fue.
En el lugar donde se hallaban bastiones y caballerizas, cocinas y pozos, poternas y mazmorras se encuentra ahora el edificio del centro cultural "Luis de Requesens", un edificio que se construyó en los años 40 del s. XX para dar cabida al Grupo Escolar.
También se encontraba en este espacio el "Palacio de los Comendadores", desaparecido desde el S. XIX, durante la Guerra de la Independencia. Su esplendor fue narrado en los libros de visitas de la Orden de Santiago, y sabemos que estaba engalanado con verdes mármoles traídos de Génova. Las grandes naves blancas que actualmente ocupan su lugar tuvieron otro uso ya en las últimas décadas del S. XX, pues ahí se encontraba la famosa "Discoteca Castill", parada obligatoria en la mítica "Ruta del Bakalao".
Aquí se dan cita diferentes pasados, para dar lugar a un futuro que estamos por descubrir.
ENTRADA (PLANTA BAJA)
En el interior de La Torre encontramos el Primer Museo de los Tercios Españoles, la historia del municipio y de su Castillo enmarcada dentro de la historia de España. Entendemos la misión y protagonismo de las órdenes militares, y en concreto la presencia de La Orden Militar de Santiago, a la que se le fueron atribuidas estas tierras. Conocemos de la mano de la propia torre -pues también ella nos habla- un lugar que fue emblema de un tiempo en el que ya no había guerras, de la caída del Antiguo Régimen, de su falta de uso en una época de constantes cambios, y de su total abandono hasta su recuperación en 2007.
Efectivamente, cuando alguien entra por primera vez a la Torre del Homenaje, tiene una sensación espacial compleja, ya que las expectativas del espacio que nos recibe venían descritas por las grandes dimensiones de la torre al exterior. El interior, un espacio mucho más pequeño, angosto y oscuro de lo imaginado, nos da la bienvenida. Esto se debe a que la torre que ha llegado a nuestros días se levantó aprovechando la estructura de una antigua atalaya de origen árabe de planta cuadrada. Eso es precisamente lo que nos revelan este lugar y otros de los componentes de esta misma época, como las ventanas abocinadas cegadas que podemos encontrar tanto encima de la actual puerta de entrada, como en el ascenso de las escalinata.
Fue la Orden Militar de Santiago quién adosó las ocho torrecillas circulares a La Torre y aumentó su altura, haciendo de la de Villarejo una Torre única en su género. Pero no es una cuestión estética la causa. La aparición de la artillería en el S. XIV hace que surja una nueva necesidad, muros más fuertes que, gracias a sus entrantes y salientes, sean mucho más resistentes a los posibles impactos.
La escalera que estamos a punto de ascender sucede a la original, que ocupaba el mismo espacio. Unos sillares desgastados en el suelo nos dan la pista de cuál era el inicio, o más bien el final de estas escaleras, que descendían hasta las bodegas desde la planta principal.
La entrada a la torre, como podemos intuir, no se hacía por la puerta que acabamos de atravesar, que no es sino un vano abierto en el S. XX para hacer posible el acceso desde la calle.
PLANTA PRIMERA
Estamos en la sala principal o sala de entrada, y justo mirando hacia lo que fue el patio de armas, se encuentra la ventana que fue puerta. Así se ha bautizado este elemento que desde la antemuralla o camisa defensiva, el muro perimetral que rodeaba la torre para defenderla, daba entrada a La Torre. Se podía acceder por una torrecilla circular que contenía una escalera de caracol para ascender a esta altura mediante un puente levadizo que comunicaba ambos espacios, y que en caso de asedio quedaba embutido en la misma torre.
Las fuentes nos narran que este espacio que hoy nos acoge estaba divido en dos mediante un tabique, que tanto paredes como suelo estaban enlucidos de yeso y que desde la otra estancia se podía bajar a las bodegas. También nos hablan de un armario empotrado donde se guardaban armas, y si miramos a nuestro alrededor podemos encontrar el hueco de lo que probablemente fuera ese armario. Por lo tanto, podemos entender que la función de esta planta, era ser el hall o recibidor del Castillo, y que en lugar de guardar paraguas o abrigos, allí, la Orden Militar de Santiago contenía sus espadas y escudos... mucho más útil para la época.
SEGUNDA PLANTA
La Torre nos invita a un recorrido por la historia. Un ejemplo de ello lo tenemos en el siglo XIX, ya que uno de los episodios de la Guerra de la Independencia contra el ejército francés, se desarrolló precisamente en las inmediaciones del castillo. Este fue el momento en el que perdimos para siempre "el Palacio de los Comendadores". También fue el momento en el que Juan Martín Diez, El Empecinado, conocido héroe de esta contienda, pasó un periodo de tiempo, puede que acogido mientras huía de las tropas de Napoleón, puede que aprisionado por las mismas tropas que perseguía después de abatir a una cuadrilla de franceses que venía persiguiendo desde la cercana localidad de Brea de Tajo. Si bien es cierto que no hay constancia concreta de lo que pasó realmente, lo único importante es que son estas mismas paredes las que conocen el misterio de su historia.
TERCERA PLANTA
Cada planta dentro de la torre tenía una función concreta. El espacio de la tercera planta se muestra abierto a otros menesteres: una sala de dimensiones mayores a las inferiores se nos presenta con una hornacina de medio punto rematada en ladrillo, casi como si de un escenario teatral se tratase, para albergar un trono y que en él se siente algún noble caballero, un maestre, o incluso un rey. Precisamente fue un rey el que estableció sus aposentos en esta misma torre durante una breve etapa de su vida, estamos hablando de Enrique IV, hermano de Isabel la Católica. Fue en este lugar en el que se firmaron las negociaciones de matrimonio de esta, con Alfonso V, Rey de Portugal. También los tratados matrimoniales de su hija, Juana la Beltraneja, fueron dispuestos en este lugar aunque ninguna de estas negociaciones matrimoniales llegasen a cumplirse.
Entonces, podemos imaginar aquí una gran mesa llena de viandas. Y en torno a ella no faltaban las historias de victorias en airosas escaramuzas protagonizadas por aquellos guerreros, intercaladas con poemas de Jorge Manrique, pariente de Pedro Manrique, segundo Conde de Osorno y Comendador Mayor de Castilla. "Nuestras vidas son los ríos...que van a dar en la mar".
Varios elementos arquitectónicos nos llaman la atención en esta sala: una ventana abocinada, saetera, a una altura considerablemente alta, desde la que se puede vigilar y disparar tumbado. Y el hueco de lo que fue una chimenea de doble tiro que calentaba dos de las plantas funcionales de la torre.
AZOTEA
Estamos a 22 metros del suelo. Es desde aquí que se puede entender perfectamente, y de una vez por todas, el significado de esta torre. Desde las alturas de este silencioso vigía de piedra, un magnífico mirador desde el que vigilar -como si por un momento nos convirtiésemos en caballeros de la Orden Militar de Santiago- el Camino Real de Valencia, ahora convertido en la Autovía A-III podemos comprobar la función estratégica de este lugar, desde el que se aprecia la confluencia del valle de Tajo y el valle del Tajuña. Si miramos hacia el sur intuimos la serranía de Cuenca a lo lejos, mientras que si miramos hacia el norte, en días soleados, podemos deducir un horizonte marcado por la Sierra de Madrid. La vista de pájaro nos ayuda a adentrarnos en la población de Villarejo, y con la mirada recorrer las intrincadas callejuelas del casco antiguo, ver la robustez de los edificios religiosos que lo custodian, adivinar el origen de un pueblo que no existía antes de que existiese esta torre y que a día de hoy tiene censados en torno a 7500 habitantes.
En el término municipal de Villarejo de Salvanés se pueden encontrar más de veinte yacimientos arqueológicos . Entre las hipótesis que barajan los historiadores y arqueólogos sobre el origen de Villarejo, se encuentra la posibilidad de que fueron los habitantes de estas primitivos asentamientos, (Santa María, Salvanés, Dornajo, Valdepuercos...) los que abandonaron sus respectivas tierras para dar vida a este nuevo asentamiento, fruto de la expulsión de los Almohades al sur de la Península, y los trabajos de repoblación de las OO.MM. (Órdenes Militares) y fue en estas tierra que ahora contemplamos desde las alturas, donde se instalaron, dando lugar a todo lo que podemos contemplar, Villarejo de Salvanés.
El rey Enrique IV, hermano de Isabel la Católica, vivió en la Torre. Fue en este lugar donde se hicieron las negociaciones de matrimonio de esta, con Alfonso V, Rey de Portugal.
TORRE DEL HOMENAJE
ABIERTA AL PÚBLICO Sábado y domingo: de 11:00 a 13:00 y de 17:00 a 19:00 | Salvo visitas concertadas