Iglesia de San Andrés Apóstol

Iglesia de la orden militar de Santiago, construida con un estilo arquitectónico a modo de fortaleza, que serviría para asentar la nueva población.

Desde su origen ha sido siempre el templo parroquial del municipio.

EXTERIOR

La Iglesia de San Andrés Apóstol nos invita en primera instancia a recorrer todo su perímetro buscando datos sobre el posible origen de una edificación que ha sufrido muchas remodelaciones hasta llegar a nuestros días. Si recorremos la iglesia por el exterior hasta lo que sería el ábside, los contrafuertes y torrecillas adosadas nos darán una pista clave: el que tenemos delante es un edificio defensivo.

Desde 1089 estos territorios habían sido donados al Arzobispado de Toledo, posteriormente el rey Alfonso VII, y después Alfonso VIII, donan a la Orden Militar de Santiago los mismos territorios, para que recaiga en ellos la defensa y labor repobladora que no había conseguido la iglesia toledana. La Orden Militar de Santiago se ve obligada a pagar tributos y diezmos al Obispo de Toledo. Con la construcción de una iglesia de nueva planta se vería zanjado este conflicto, por eso en el siglo XIV comienzan las obras de una iglesia-fortaleza, que sería dedicada a San Andrés Apóstol, santo titular, y se convertiría en la iglesia parroquial del municipio hasta día de hoy.

Tanto en la puerta que se sitúa a los pies de la iglesia, como en la entrada lateral, podemos encontrar escudos de la Orden Militar de Santiago, dejando constancia de quienes fueron los patrocinadores de esta obra.  También sobre el arco de medio punto de la portada lateral, en una hornacina que se encontraba vacía, se ha colocado recientemente una escultura del Apóstol Santiago, recuperando la memoria del origen de este templo.

La Iglesia de San Andrés ha pasado por muchas vicisitudes, y ha llegado a nuestros días con una apariencia muy distinta de la que tuvo desde el s. XIV, sobre todo la torre del campanario y su chapitel, así como la techumbre, totalmente remodelada. Alzar la mirada nos permite reconstruir -como en una especie de puzzle visual- los distintos materiales que componen la fachada de un edificio que sin duda, en otros tiempos, tuvo una apariencia muy diferente.

INTERIOR

Una de las joyas arquitectónicas de Villarejo sin duda era la bóveda de crucería del gótico flamígero (isabelino), perdida absolutamente tras el derrumbe del techo durante los años 60. Ya desde el x. XVIII se cita en las fuentes escritas su avanzado estado de deterioro. También un elemento ausente a día de hoy, pero que no puede caer en el olvido, es que el retablo del altar mayor, que contenía pinturas del artista barroco Pedro de Orrente desparecidas desde 1936.

El resto del edificio se ha conservado manteniendo casi la misma estructura que tenía antes del derrumbe: nave única, y capillas laterales. Aunque por la reestructuración del espacio se han perdido varias de estas capillas que se comunicaban mediante arcos o pasadizos, hace años el peregrino recién llegado al templo podía visitarlo sin irrumpir en las celebraciones religiosas que aquí se celebraban.

La Orden Militar de Santiago se ve obligada a pagar tributos y diezmos al Obispo de Toledo. Con la construcción de una iglesia de nueva planta se vería zanjado este conflicto.